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Martín Miguel de Güemes, el general gaucho que rechazó media docena de invasiones españolas

Publicado el dia 15/06/2020 a las 12h40min
El 17 de junio se cumplen 199 años de la muerte de un héroe de la independencia que, con su ejército de gauchos, ayudó en el éxito de San Martín en su campaña libertadora

Donde está emplazada la Torre de los Ingleses, en Retiro, en la época de la colonia eso era río. Durante la primera invasión inglesa, el buque de 26 cañones Justina se ocupaba de bombardear a la ciudad. El 12 de agosto de 1806 por la mañana, Santiago de Liniers ordenó neutralizarlo.

Al mando de un pelotón de Húsares, un joven de 21 años lo obligó a rendirse, aprovechando que una bajante de las aguas lo mantenía inmovilizado. Fue así como un barco inglés fue tomado por un grupo de jinetes. Ese joven era el salteño Martín Miguel de Güemes, quien en su corta vida se transformaría en el adalid de la guerra gaucha.

Martín Miguel Juan de Mata Güemes Montero de Goyechea y la Costa había nacido en Salta el 8 de febrero de 1785, en el seno de una familia de muy buena posición económica. Su padre Gabriel de Güemes Montero era español y su mamá María Magdalena Goyechea y la Corte, una jujeña que se había casado quinceañera.

Como los niños de familias acomodadas, tuvo su educación pero además se crió entre gauchos en las duras tareas rurales. A los 14 años, ingresó como cadete a la Compañía del tercer batallón del Regimiento Fijo de Buenos Aires, que estaba destacado en Salta. Su regimiento había sido convocado cuando los británicos se apoderaron de Buenos Aires en 1806. A comienzos de abril de 1808 solicitó licencia y permiso para regresar a Salta al enterarse del fallecimiento de su padre. Además, el clima húmedo de Buenos Aires lo estaba enfermando. En la capital de virreinato haría amigos para toda la vida, como fue el caso de los Pueyrredón.

 

Cuando estalló la Revolución de Mayo, se movió para prepararle el terreno al ejército que había salido de Buenos Aires hacia el norte. Le habían dado la misión de patrullar la quebrada de Humahuaca. Como una suerte estímulo, fue ascendido a capitán al considerarlo “un oficial infatigable”.

Tuvo un papel determinante en la victoria patriota en Suipacha, el 7 de noviembre de 1810, aunque curiosamente no fue mencionado en el parte de batalla, posiblemente por haber disentido con los jefes. El había propuesto perseguir a los españoles y terminar de aniquilarlos, cosa que no se hizo.

En toda historia, hay un traidor. Gracias a los datos provistos por el comerciante Mariano Benítez, y que le fueron recompensados económicamente, el 7 de junio una partida española, al mando de José María Valdés, conocido como “el barbarucho” entró a la ciudad de Salta y bloqueó las salidas cercanas a la casa de Macacha, donde estaba Güemes con una pequeña escolta.

Consciente de la encerrona, era medianoche cuando montó su caballo y saltó un piquete enemigo, blandiendo su sable. Cuando atravesaba el segundo piquete, recibió un disparo en la cadera derecha, y el proyectil se le alojó en la ingle. Agonizó en la Cañada de La Horqueta. En un momento, el jefe español envió emisarios con el ofrecimiento de llevarlo a Buenos Aires para que pudiese ser atendido, siempre y cuando desistiera de la lucha contra los españoles. Mandó llamar al coronel Enrique Vidt y, delante de los emisarios, le hizo jurar que nunca bajase los brazos y que continuase la lucha contra los realistas.

Las últimas horas de Güemes.
Las últimas horas de Güemes.

Güemes -que había logrado rechazar media docena de invasiones españolas- falleció el 17 de junio y sus restos fueron enterrados en la capilla de El Chamical. Actualmente descansan en el panteón de las Glorias del Norte, en la Catedral de Salta.

La tradición popular cuenta que su esposa Carmen, al enterarse de la muerte de su marido, al que seguiría la de su enfermizo pequeño hijo Luis, se encerró en su habitación, se cortó sus cabellos y dejó de comer. Tenía 25 años cuando falleció el 3 de abril de 1822.

Fuente: Infobae