
Curiosidades
Hoy 13 de Marzo: A doce años del inicio del papado de Francisco
Cómo fue aquella fría noche romana en la que Bergoglio se transformó en el jefe de la Iglesia
Cómo fue aquella fría noche romana en la que Bergoglio se transformó en el jefe de la Iglesia

Sábado 11 de febrero de 2013. Frente a la basílica de santa María la mayor en Roma hay un bar. Eran alrededor de las 11:30 de esa mañana y había concluido la misa en honor a Nuestra Señora de Lourdes, el frío calaba hasta los huesos y muchos iban a tomar una café o un chocolate caliente para apaciguar el terrible frio en la barra de ese lugar.
Un dato poco conocido: la señal de los celulares colapsó desde las 11:45 hasta las 12:15 de aquel día. Tuve la fortuna de estar allí en aquel momento. Me comuniqué con mi amigo el R. P. François, quien como se encontraba en una reunión en su convento, no estaban enterado de nada. Cuando le comenté el hecho, enojado me respondió: “Estoy en medio de una reunión importante y vos me llamás para hacer bromas!!” y cortó la llamada. Y sí, sonaba a broma.
Entre el 17 y el 23 del mismo mes participó en un retiro espiritual y el 24 de febrero ofició su última misa como máximo jerarca de la Iglesia católica, en la plaza de San Pedro ante 200.000 asistentes. El 27 de febrero llevó a cabo su última audiencia en la plaza de San Pedro, y, al día siguiente, a las 16:55, salió del Palacio Apostólico Vaticano acompañado del resonar de las campanas de las iglesias de Roma.

Imagen de Jorge Mario Bergoglio el 11 de marzo de 2013 en El Vaticano. Dos días después sería elegido como nuevo Papa (EFE/Ciro Fusco)
Junto con mis compañeros subimos a la terraza para ver sobrevolar el helicóptero blanco que conducía al Papa a Castelgaldonfo. Todas las terrazas de las casas, colegios y conventos de Colleopio en el barrio de Monti, vecino al Coliseo, estaban repletas de personas mirando al cielo, mientras las campanas de las iglesias de San Pietro in Vincoli, de San Francisco de Paula y de Nuestra Señora de Monti muy cercanas a donde estábamos, sonaban de tal forma que hacían vibrar todo a nuestro alrededor.
A las 17:30 , dio su último discurso público como pontífice desde el balcón del Palacio de Castelgandolfo. A las 20:00 de ese día, como fin de su pontificado e inicio de la labor del cardenal camarlengo, se cerraron las puertas del palacio de manera lenta y solemne. Al cerrarse por completo, Benedicto XVI, ya no era más el papa de la Iglesia católica, y comenzó a ponerse en funcionamiento la máquina de la elección del sucesor.
Naturalmente comenzaron las apuestas acerca de tenía posibilidades de ser el nuevo Papa. Había varios que sonaban fuerte. Entre ellos el cardenal Ángelo Scola de Milán, el cardenal Odilo Schrer de Brasil, el cardenal Marc Oullet de Quebec, el cardenal Chistoph Schömborn, de Viena. También había otros que tenían menos posibilidades.
Poco a poco iban llegando los cardenales de todo el mundo para el cónclave. Toda Roma estaba expectante. Los medios de comunicación se habían adueñado de las terrazas vecinas de la plaza de san Pedro del Vaticano, y se pusieron andamios con plataformas para cámaras en el ingreso ese lugar por la vía de la Conciliación. Y no era para menos el Papa no había muerto, estaba vivo (aunque ya era papa emérito) y todo era una novedad.
Muchos amigos míos asistieron al cónclave, como asesores, asistentes, etc. Es decir que no pude comunicarme con ellos de ninguna manera. Fue entonces que nos despedimos con el saludo de aquellos que trabajan en el cónclave: “A Dio piacendo, ci vedremo con il nuovo Papa…”. (Si Dios quiere nos veremos con el nuevo Papa).

El papa Francisco en el momento que brindó sus primeras palabras aquel 13 de marzo de 20134 (The Grosby Group)
El 12 de marzo del 2013 comenzó el cónclave cardenalicio. La larga fila de cardenales, entró a la capilla Sixtina mientras entonaba el “Veni creator” y realizaba los juramentos de rigor. El camarlengo pronunció la famosa frase: “Extra omnes” y cerró detrás de sí las puertas de la Capilla Sixtina. De ese momento no se supo nada de nada, hasta la elección. El humo negro se sucedió una, y otra, y otra vez, así por cinco veces.
Con el paso del tiempo se pudo saber algo (no todo) de los sucedido aquellos días: la primera votación fue de 30 votos para Scola. El segundo más votado fue el argentino Jorge Bergoglio con 26 votos. Luego aparecían el canadiense Marc Ouellet, el estadounidense Sean Patrick O’Malley y el brasileño Odilo Pedro Scherer. Y de ese modo culminó el día 12.
El 13 de marzo no se esperaban ninguna sorpresa. Extrañamente, ese día hacía mucho frío, lo que es raro en esa época del año. Y como se sabe la hora de los escrutinios (solo eso se sabe, la hora aproximada) las cámaras de todo el mundo comenzaron a trasmitir y a enfocar a la famosa chimenea que se ubica en el tejado de la capilla Sixtina. A las 19:06 aproximadamente comenzó a salir humo blanco. La famosa “Fumata Bianca” ergo había Papa, y las campanas de toda Roma volvieron a sonar.
Ese sonido nos condujo hacia la plaza de San Pedro. Una muchedumbre iba hacia el mismo lugar: algo similar a lo que puede suceder en el Obelisco porteño cuando hay alguna celebración deportiva. No pudimos llegar a la plaza, así que nos quedamos en la vía de la Conciliación a la altura de la Iglesia del Carmen. Las campanas de todas Roma no dejaban de sonar. Alrededor de las 20:15 se corrieron los pesados cortinados de la “Logia de las Bendiciones” y apareció la Cruz procesional en primer lugar.
La gente comenzó a gritar y a saltar. Fue entonces que el cardenal Jean-Louis Tauran pronunció la frase: “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam…”. Los gritos se hicieron ensordecedores y el cardenal continuó, en muy buen latín: “Eminentissimum ac reverendissimum Dominum, Dominum Giorgio Marium Sanctæ Romanæ Ecclesiæ Cardinalem Bergoglio, qui sibi nomen imposuit Franciscus”. Jorge Bergoglio había sido elegido Papa y había adoptado el nombre de Francisco.
Mis compañeros me abrazaban, y yo estaba en shock. Bergoglio, mi Arzobispo era el nuevo Papa. Como se dice por estos lares, no sonaba ni en las guitarras su nombre como candidato a Papa. Ahora sabemos que en la última votación Bergoglio consiguió 85 votos. Scola quedó con 20, Ouellet, con 8, y Agostino Vallini, con 2.
Francisco fue el primer Papa no europeo desde Gregorio III, quien había nacido en Siria en el siglo VIII. Y el segundo Papa en adoptar un nombre inédito desde el papa Landón en el año 913. Y entonces salió al balcón el flamante papa Francisco.
Para mi asombro, quien sostenía el micrófono era mi amigo desde hacía 30 años. Todavía conmocionado escuché las primeras palabras como Obispo de Roma de quien desde instante era mi ex arzobispo. “Hermanos y hermanas, buenas noches”, dijo en un italiano con marcado acento argentino-porteño. La gente estalló: nunca un Papa había saludado a la multitud con una simple “Buenas noches”.

Se cumplen 12 años de aquel histórico momento: un argentino fue elegido Papa (The Grosby Group)
Y continuó: “La comunidad diocesana de Roma tiene su Obispo: gracias. Antes de todo, quisiera rezar por nuestro obispo emérito, Benedicto XVI. Recemos todos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo custodie. Y ahora, comenzamos este camino: obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad todas las iglesias. Un camino de hermandad, de amor, de confianza entre nosotros. Pidamos siempre por nosotros: los unos por los otros. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran hermandad. Les deseo que este camino de Iglesia, que hoy comenzamos y en el que me ayudará mi cardenal vicario, aquí presente, sea fructífero para la evangelización de esta ciudad, tan bella. Y ahora quisiera dar la bendición, pero antes les pido un favor: antes que el obispo bendiga al pueblo les pido que pidan al Señor para que me bendiga. La plegaria del pueblo pidiendo la bendición para su obispo. Hagámoslo en silencio. Ahora les daré la bendición, a ustedes y a todo el mundo, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Hermanos y hermanas, los dejo. Muchas gracias por la acogida. Recen por mí. Hasta pronto. Nos vemos pronto: mañana quiero ir a rezar a la Virgen, para que custodie a toda Roma. Buenas noches y buen descanso”.
Luego nos acostumbraríamos al “No dejen de rezar por mí…” y los domingos el Ángelus que culmina con su “Buen almuerzo y hasta luego...”. Pero para aquel lejano momento de marzo de 2013 era toda una novedad. Con mis compañeros nos quedamos un rato más. Y luego seguí mi camino. Emocionado hasta las lágrimas.
Así comenzó el itinerario de Bergoglio, como obispo de Roma. Ignoraba que durante todo la duración de su ministerio petrino lo vería infinidad de veces, y charlaríamos de los temas más variados. Pero esa es otra historia.