
Ciudad
Noelia Molina: «Lo peor del confinamiento es el virus del desinterés, el abandono y el desamor»
En este contexto de pandemia, de confinamiento estricto, los barrios vulnerados quedaron expuestos a la crítica situación, y fueron los más perjudicados.
En este contexto de pandemia, de confinamiento estricto, los barrios vulnerados quedaron expuestos a la crítica situación, y fueron los más perjudicados.

Cuarentena, aislamiento, confinamiento, calles vacías, locales y hoteles cerrados, incremento de desempleo, pobreza, colapso sanitario, excluidos y excluidas en el sistema educativo. La pandemia no perdona, el hambre no perdona, los “invisibles” se vuelven más invisibles, los excluidos cada vez están más desamparados, entonces ¿qué es lo que generó la pandemia? ¿Una “mancha más al tigre” ? ¿Un bache más grande del que ya estaba? ¿Será que la “pandemia” algunos y algunas ya la vivían?
¿Es la otra cara de la pandemia? ¿O es el mismo escenario, pero dejando distintas realidades en evidencia, al descubierto?
En una comunidad, el papel de los comedores sociales se ha potenciado este último tiempo, en donde el poder adquisitivo de muchas familias se redujo sustancialmente, llevándolas a situaciones extremas y dejándolas sin recursos para poder subsistir.
Noelia Molina, encargada del comedor “Huellitas”, ubicada en el Barrio Las Canteras, en Juan Calchaquí y Juana Manso, tiene múltiples funciones para llevar a cabo y sostener un comedor: cocinar, dar apoyo escolar, preparar ropa, retirar donaciones, usar redes sociales, organizar campañas, colectas, alimentar a decenas de niños y niñas por dìa.
Ella inició hace diez años a trabajar en merenderos, en distintos lugares, incluso en su casa, y hace tres que tiene un salón techado, donde puede reunir a los niños y las niñas.
“Tenemos distintas actividades: comedor, merendero. Actualmente está funcionando, de
manera virtual, el FINes (El Programa de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios),
también primario de adultos virtual y escuelita de fútbol, cuando se puede, ya que tenemos la ayuda de los profesores y entrenadores de Aldosivi”, explicó la referente.
“Manejar un comedor consta de voluntad y muchas ganas, lleva más tiempo de lo que la gente cree. Nosotros realizamos distintas actividades y cada una de ellas, incluye preparativos, por ejemplo, si vamos a hacer un ropero solidario, hay que ir a buscar la ropa, traerla, lavarla, desinfectarla, condicionarla, seleccionarla, prepararla para entregar, lleva mucho tiempo”, detalló.
Las personas que trabajan en el comedor con Noelia son, principalmente, su mamá y un amigo suyo, que cuando tiene franco colabora para cocinar, luego se suman algunas madres que ayudan también con la cocina, la limpieza, entre otras tareas.
“Ahora me estoy dedicando principalmente a los niños, hasta 17 años. Con la vuelta
atrás de fase, también asistimos a la familia de esos niños, son 54 chicos, la mayoría son
chiquititos y tengo un grupo constituido de adolescentes por el tema de la escuelita de futbol, inclusive los chicos que ya cumplieron 18 años son los que se encargan de cuidar a los màs chiquitos y entrenarlos cuando los profes no pueden venir”, dijo la encargada de Huellitas y agregò: “Los jóvenes colaboran muchísimo más que los adultos”.
En este contexto de pandemia, de confinamiento estricto, los barrios vulnerados quedaron
expuestos a la crítica situación, y fueron los más perjudicados. Familias que trabajaban en la calle y contaban con el dinero juntado del día, no obtenían ni un peso, los niños y las niñas quedaron sin almuerzo, ni merienda, ya que las escuelas que brindaban esos platos del día, estaban cerradas. El hambre y la falta de trabajo se propagò cada vez más, como el mismo virus.
“Durante el inicio de la pandemia fue terrible, llegamos a tener cerca de 200 personas
asistiendo al comedor, era terrible, porque yo entregaba la cena y a la hora de entregar las
viandas, era mucha la cantidad de gente que venía, no sólo en este barrio, sino que en los
otros también”, explicó Noelia. “Yo hice campañas en el predio del basural, por lo cual, trabajo con gente del barrio Parque Hermoso, Parque Palermo, entre otros y bueno, siguen viniendo del barrio Martillo, y se ha sumado el barrio San Martín.”
En relación a este 2021, Noelia sostiene que hubo una diferencia entre este año y el anterior: “Ahora bajó bastante el número, si bien hay gente que viene a pedir, no es tanto como al inicio. Aparte abrieron muchos comedores, pero eso dificulta un montón, el recibir donaciones”.
Muchas personas colaboran con comedores, merenderos, organismos, ya sea por redes
sociales, difusiones o simplemente por proximidad. “Las donaciones que recibimos son
particulares, en su mayoría amigos míos, conocidos, gente que he conocido en Facebook, en distintas campañas. Por el esfuerzo que hacemos, la gente nos conoce bastante y tiene
buenas referencias y entonces nos ayudan”.
Algunos espacios de asistencia alimentaria cuentan con asignaciones, apoyo de la iglesia,
planes sociales e instituciones. Huellitas solo cuenta con una ayuda fija, que es la del Comité Barrial de Emergencia del General Pueyrredon, proveniente del Municipio, el cual, les entregan tres pollos y media bolsa de verdura por semana. También, todos los meses o mes por medio, Aldosivi les envía pescado, pollo, y “lo que haga falta en el momento”. “Ellos me suelen consultar antes y hacen la compra luego”, destacó.
“Han venido autoridades, políticos, todos saben que existimos obviamente, pero no han
brindado ayuda, solo la del Comité Barrial, pero lamentablemente después nada”, manifestó la mujer. “Las formas de manejarse son distintas, al depender de una agrupación hay muchos comedores que abrieron por el hecho de que, así cobran los planes sociales, entonces los motiva abrir el saber que cobrarán un plan social, y bueno los recursos que tienen son los que le dan el Estado”.
“Yo consigo lotes de ropa, prendas que por ahí no se puede dar, como vestimenta de fiestas, de salir, y eso lo revendo a muy bajo costo, después con ese dinero compro lo que haga falta, es muy raro que alguien done carne o que pague una garrafa, eso sale de mi bolsillo”, enfatizó.
En el Barrio Las Canteras, cerca del comedor “Huellitas”, se encuentran dos escuelas: Escuela Provincial Nº37 (Ignacio Olan 7650,) y la Escuela Primaria Nº44 (Av. Antártida Argentina 3512) Noelia hizo hincapié en el trabajo de ellas: “La Nº 37 armó un comité de emergencia, y un comedor de la agrupación Atahualpa, trabajan entre ellas con el Club Mar del Plata, yo hablé para que me incluyeran, pero no hubo respuesta”.
“Con respecto a la virtualidad, tanto la Nº37 y la Nº 44, son escuelas de contención, yo tengo chicos en el comedor, que el año pasados no hicieron más que un módulo, y fueron los más afectados, porque varios dejaron, y ahora los volvieron a incorporar”, añadiò Noelia y apuntò: “La asistente social de la escuela Nº 44 se comunica constantemente conmigo, sobre la situación de los chicos, se organizan mejor”.
Actualmente, en contexto con protocolos sanitarios, cuidados de higiene, llegada del invierno y demás, los recursos en los comedores son escasos, en Huellitas, se debe usar descartables, tapabocas, lavandina para desinfectar, alcohol, etc. Noelia afirma que todos esos elementos esenciales son caros y que “cada tanto compra kits de limpieza, con jabón, alcohol”, solo cuando junta todo ese dinero, y también, recibe la ayuda de una mamá, que es costurera y cose barbijos para entregar. “Todo està terrible, hoy por hoy, medio barrio fácil esta con Covid-19”, aseveró.
“Hoy por hoy lo que más necesitamos son botas de lluvias, zapatillas, ropa de abrigo, frazadas, toallas para las familias aisladas con COVID, asistencia de distintos tipo como psicólogos, médicos, y bueno lamentablemente la comida pasa a un segundo plano, aunque suene ridículo, porque hay tanta necesidad de un montón de cosas, y lo que el gobierno está dando es a través de las escuelas, una bolsa de mercadería y las familias hacen lo que pueden con ellas, pero el resto de las cosas son muy difíciles de conseguir, ya sea un turno con el médico, comprarse unas zapatillas, conseguir una frazada a un precio acorde, son familias muy numerosas, por lo cual no les dan los presupuestos para comprar nada, más allá de lo básico de alimento”, enunciò la mujer.
“Creo que lo más complicado de la pandemia es el desinterés del gobierno por los comedores que no pertenecemos a agrupaciones ni instituciones... yo he llegado a tratar hasta con cerca de 200 personas en un solo día, en la primera etapa de la cuarentena y nadie del gobierno se acercó, ni siquiera a traer un litro de lavandina, soy de riesgo: diabética, esencial, pero al gobierno no le importa la labor que realizó, todo lo que es para desinfección lo compro o dependo de que algún amigo me done y de conseguir dinero para poder confeccionar tapabocas, lo peor del confinamiento es el virus del desinterés, el abandono y el desamor”.
En este marco, en Mar del Plata el índice de pobreza llegó al 42% al término del segundosemestre del 2020, 6,5 puntos porcentuales por encima del 35,5% de igual período de 2019, según los datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Además, el índice de Indigencia, el cual comprende a las personas con ingresos de los cuales, no les alcanzan para comprar el mínimo de comida para la subsistencia, se ubicó en el 10,5%, contra el 8% del semestre julio-diciembre de 2019.
Para colaboraciones y donaciones: Noelia Molina (2236 32-5458)
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