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La Sed de la Inteligencia Artificial: El Costo Ambiental Oculto en Cada Clic

En plena era de la transformación digital, el avance exponencial de la inteligencia artificial (IA) revela una faceta crítica

Por Marcelo Pérez Peláez (con asistencia de Qwen y Gemini).

En plena era de la transformación digital, el avance exponencial de la inteligencia artificial (IA) revela una faceta crítica y a menudo subestimada: su considerable consumo de agua. Mientras herramientas como los modelos de lenguaje tipo GPT y las aplicaciones para generar imágenes, incluyendo las populares al estilo del Estudio Ghibli, se integran en nuestra cotidianeidad, su huella hídrica emerge como un desafío ambiental de primer orden que demanda atención urgente.

Los datos disponibles en medios de comunicación del mundo comienzan a dimensionar el problema. La generación de texto mediante modelos avanzados como GPT-4, por ejemplo, puede requerir 519 mililitros de agua por cada 500 a 1.000 palabras producidas – el equivalente a redactar un ensayo. A nivel de interacción, una simple conversación con un chatbot como ChatGPT puede implicar el consumo de medio litro de agua cada 10 a 50 intercambios. Este gasto, aunque parezca menor en lo individual, se multiplica exponencialmente con millones de usuarios interactuando continuamente.

El impacto se magnifica notablemente en el ámbito de la generación de imágenes, una tarea computacionalmente más intensiva. La tendencia de crear arte digital inspirado en universos como los de «El viaje de Chihiro» o «Mi vecino Totoro» tiene un costo hídrico tangible: la creación de una sola imagen puede demandar entre 2 y 5 litros de agua. Estudios más específicos indican que transformar una imagen al estilo Ghibli requiere 3,45 litros de agua por proceso. En conjunto, el furor por estas herramientas se traduce en un consumo masivo: procesar 100 solicitudes de este tipo puede fácilmente implicar un gasto de 50 litros de agua.

¿Por qué la IA consume tanta agua?

La raíz del problema reside en la infraestructura física que sustenta la nube y la IA: los centros de datos. Estas gigantescas instalaciones albergan miles de servidores que, al realizar los complejos cálculos necesarios para entrenar y ejecutar modelos de IA, generan una enorme cantidad de calor. Para evitar el sobrecalentamiento y asegurar su funcionamiento óptimo, estos centros dependen masivamente de sistemas de refrigeración, muchos de los cuales utilizan agua a través de torres de enfriamiento por evaporación. La mayor carga computacional requerida para tareas como la generación de imágenes se traduce directamente en mayor producción de calor y, por ende, en un mayor consumo de agua para disiparlo. Este es un costo ambiental oculto tras cada clic, cada consulta, cada imagen generada.

El Impacto Ambiental y la Necesidad de Actuar

Más allá de las cifras globales, este consumo puede generar una presión considerable sobre los recursos hídricos locales, especialmente si los centros de datos se ubican en regiones con estrés hídrico. Además, la tendencia hacia modelos de IA cada vez más grandes y potentes, como GPT-4, implica intrínsecamente una huella hídrica mayor, sugiriendo que el problema podría agravarse si no se toman medidas proactivas. La creciente popularidad y accesibilidad de estas tecnologías hacen imperativo abordar su sostenibilidad.

Hacia una Inteligencia Artificial Más Sostenible: Propuestas y Soluciones

Frente a este panorama, resulta crucial explorar y adoptar estrategias que permitan mitigar el impacto hídrico de la IA. Diversas líneas de acción se perfilan como necesarias:

La inteligencia artificial ya ha revolucionado innumerables aspectos de nuestra sociedad, pero su desarrollo no puede realizarse a espaldas de la sostenibilidad ambiental. Abordar su significativa sed de agua requiere un enfoque multifacético que involucre innovación tecnológica en refrigeración y eficiencia de modelos, decisiones estratégicas en la industria, políticas de transparencia y, sobre todo, un compromiso colectivo para equilibrar el progreso digital con la imperiosa necesidad de preservar nuestros recursos naturales vitales. El futuro de la IA debe ser, necesariamente, un futuro sostenible.

NMDQ

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https://mdpok.ar/noticia/espectculos/2025/04/03/la-sed-de-la-inteligencia-artificial-el-costo-ambiental-oculto-en-cada-clic/25079.html