Dice Facundo Manes, uno de los neurocientíficos más reconocidos del mundo, que una de las capacidades más fascinantes que tenemos los seres humanos es la de imaginar lo que puede llegar a suceder, la de planificar nuestras acciones, es decir, pensar el futuro: ¿Dominarán las máquinas en el futuro? ¿Curaremos el alzheimer? ¿Viviremos 200 años? ¿Cómo estaremos en esos 200 años? ¿La felicidad se tiene o se moldea?

Muchas cuestiones las aborda en el libro “El cerebro del futuro”, que plantea un futuro con varios bandos, y una urgencia por elegir uno de ellos. Y es que la era tecnológica ha hecho que el mismo cerebro que teníamos hace 90 mil años, se adapte a la era de la información sin haber cambiado su capacidad. ¿Qué supone? “más estrés, más ansiedad, insomnio...” asegura el neurocientífico Facundo Manes.

Además asegura que no somos tan racionales como creemos: “Vivimos en piloto automático, guiado por emociones y aprendizajes previos” aunque reconoce que “nos movemos por el placer de tener un propósito en la vida y compartimos el altruismo con otras especies”. Metiéndonos en el futuro de las enfermedades del cerebro, Manes asegura que “la enfermedad del cerebro es la más discapacitante del mundo”, afecta al paciente y a los familiares. Incluye como enfermedad la adicción: “una enfermedad que secuestra el mecanismo de recompensa que tiene nuestro cerebro por el que segrega dopamina ante las cosas que nos dan placer”. Sobre el futuro social, el cerebro también entra en juego. Le hablamos del cerebro de Maduro, le hablamos de guerras, de crisis humanitarias, y Manes tiene siempre la misma respuesta: “El mayor capital de los países es el cerebro de sus ciudadanos”.