La aparición de Guillermo Sáenz Saralegui en el conglomerado electoral de cara a las PASO marplatenses, para muchos puede ser un dato trivial, pero puede que no lo sea.

El presidente del Concejo Deliberante irrumpe como una de las piezas locales del senador Miguel Ángel Pichetto. Sí, así como se lee. Ni más ni menos.

Y Pichetto, justamente, es uno de los hombres que pueden ser decisivos en el futuro inmediato de la Argentina. Junto al socialista Miguel Lifschitz son los que más llegada tienen al ex ministro de economía Roberto Lavagna.

Claro que hasta ahí todo es hipótesis, porque dependen de Lavagna y sus ganas de disputar la Presidencia de la Nación, incluso hasta de ir a las PASO dentro del segmento de los gobernadores peronistas, que no regalan nada a nadie. Pero es en esa coyuntura que se forman las bases de una alternativa de gobierno, lo que algunos llaman “una tercera vía”.

El Viernes, Sergio Massa pensó que “copaba la parada” y se imponía como jefe político de la oposición pero envió una mala señal al electorado al maltratar públicamente al Presidente de la Nación, Mauricio Macri, en ocasión de rechazar prestar colaboración en la construcción de un acuerdo nacional que permita sostener la gobernabilidad en el país durante los próximos meses, antes del proceso electoral. Y quedó muy desplazado de la centralidad del poder, luego que el Grupo de los Seis (las seis cámaras empresariales más importantes del país) y el Foro Empresarial dieran el visto bueno a los 10 puntos propuestos por Macri para sostener la institucionalidad hasta los comicios. Massa quedó muy cercano al kirchnerismo desde lo metodológico, tal vez traicionado por su ansiedad de “copar” el escenario electoral ante la paciente, estratégica y casi misteriosa jugada de Lavagna, que mientras no define su futuro más expectativas genera en el mundillo político y de a poco en la gente. No caben dudas de que, voluntaria o involuntariamente, Massa pateó el tablero y le dejó abierto el camino a Pichetto y a Lavagna para penetrar entre aquellos electores que no quieren el retorno de Cristina Fernández de Kirchner ni de su estilo, y que dudan hoy en día de votar al Gobierno, afligidos por la suba de las tarifas y la inflación.

En ese delgado resquicio se introduciría Sáenz Saralegui. Apalancado y articulando por y para Pichetto en Mar del Plata, el jefe del Concejo Deliberante eleva sus acciones políticas, alejado del arroyismo y caminando cerca del “peronismo racional”. Durante la noche del viernes aparecieron los primeros afiches pegados en vía pública del concejal que, sin decir para qué se postula, empieza a marcar la cancha. ¿Le disputará el espacio a su ex amigo Carlos Arroyo, intendente de la ciudad? No parece ser ese el caso. Más bien renovar la banca en el Concejo o aspirar a un cargo saliente en la lista de legisladores de la Quinta Sección Electoral. Por el momento, y a pesar de las urgencias, el problema ya no lo tiene él, y eso que termina su mandato en el Concejo. Ahora el problema está del lado de los que pensaban que eran el “pichettismo” marplatense, por ejemplo, y de todos aquellos que detrás de la figura de Lavagna intentarán conformar un armado lo más equilibrado y representativo en las listas. Será de ver.